¡Cometa al menos un error por semana!
El secreto de ser innovador es no tener miedo al fracaso. Permítame, por lo tanto, animarle a tomar riesgos en su ministerio. ¡No tenga miedo de intentar métodos diferentes o a cuestionar las estructuras existentes! El gran inventor Tomás Edison consideraba como ventajosos los fracasos, pues ellos revelaban lo que no daba resultados y le abrían campo para descubrir lo que sí funcionaría. Edison avanzó más allá de los errores y los fracasos, e inventó, entre muchas otras cosas, la bombilla eléctrica.
Son pocos los grandes logros que se han alcanzado sin haber tomado riesgos y por eso, nuestros líderes y miembros deben aprender a tomar riesgos por Cristo en sus ministerios. Una de las razones por las cuales esto es tan importante para su propio ministerio es que esta actitud desarrolla la fe. Es decir, el tomar riesgos es una de las formas en que se expresa la fe, y la persona que asume riesgos santos está demostrando fidelidad en el servicio a Dios.
¿Estamos dispuestos a creerle a Dios por grandes cosas? Si la respuesta es «sí», entonces automáticamente nos convertimos en «socios del riesgo», hombres y mujeres que confían en Dios y viven por la fe, no por la vista. Cuando enseñamos a nuestra gente a tomar riesgos, estamos enseñándoles a desarrollar su fe en Dios.
No más sueños pequeños
Una forma de entender este concepto es llevar a las personas a Marcos 10.27b (NVI): «…para Dios todo es posible.». Pídales a sus líderes que encierren en un círculo la palabra «todo», y que escriban allí las letras «NMSP» junto a este versículo. «NMSP» significa «¡no más sueños pequeños!». Servimos a un gran Dios y él dice que el tamaño de nuestra fe determinará el tamaño de nuestras bendiciones en la vida: «Se hará con ustedes conforme a su fe.…» (Mateo 9.29, NVI).
Un excelente ejemplo bíblico sobre cómo tomar riesgos con fidelidad se encuentra en Mateo 25, donde Jesús cuenta la historia de tres siervos quienes recibieron de su señor, poco antes de que este saliera a un largo viaje, diferentes cantidades de talentos. Jesús relata que a uno de estos siervos se le dieron diez talentos, y él salió y los duplicó; a otro siervo se le dieron dos talentos, los cuales él también duplicó. Cuando el amo regresó, le dijo a estos dos siervos, «¡Hiciste bien, siervo bueno y fiel!… Ven a compartir la felicidad de tu señor» (Mateo 25.23, versión libre). En muchas de las traducciones de la Biblia, el señor describe a estos siervos como fieles.
La parábola relata también que hubo un siervo que recibió un solo talento, y este mostró su falta de fidelidad al decirle a su señor: «…yo sabía que usted tiene parámetros exigentes y que odia la desprolijidad, que demanda de los suyos lo mejor y que no tolera los errores. Tenía miedo de desilusionarlo, por lo que encontré un buen escondite y aseguré su dinero. Aquí lo tiene, tal cual me lo entregó, hasta el último centavo.» (Mateo 25.24b–25 versión libre).
Jesús dice que el señor se enfureció y le dijo al siervo: «¡Que forma más terrible de encarar la vida! No tiene perdón el vivir con tanta cautela. Si tú sabías que yo solamente me conformaría con lo mejor, ¿por qué ni siquiera procuraste hacer lo mínimo? Lo menos que tendrías que haber hecho hubiera sido invertir este dinero con los banqueros, donde siquiera hubiera obtenido un poco de interés.» (Mateo 25.26-27, versión libre).
El señor entonces ordenó que le quitaran el talento y que se lo dieran al que más arriesgó: «Y desháganse de este timorato, que no estuvo dispuesto a arriesgar nada.» (Mateo 25.29, versión libre). El punto es que, cuando no tomamos riesgos con Dios, somos infieles.
Pastor: si no nos arriesgamos en nuestros ministerios, entonces realmente no estamos ni ejercitando nuestra fe ni obrando con fe. Piense, en los próximos días, acerca de los riesgos que está tomando —o que debería estar tomando— en su ministerio.