Nadando
“Pero Jesús, volviéndose y mirándola, dijo: Ten ánimo, hija; tu fe te ha salvado” (Mateo 9:22).
“Fe significa Abandonar Todo y confiar en Cristo”. (Phillips Brooks)
¿A quién hemos confiado la dirección de nuestras vidas? ¿En que hemos depositado nuestras esperanzas? ¿Como pretendemos conquistar nuestras victorias y como está nuestra expectativa con relación a nuestros sueños?
No podemos seguir en frente sin fe. No podemos desear grandes cosas sin fe. No podemos siquiera salir de nuestras casas sin fe. Necesitamos creer que todo rá bien, que alcanzaremos éxito, que sobrepasaremos los obstáculos, que no iremos a desanimarnos cuando experimentemos el primero fracaso o decepción, que llegaremos con regocijo al lugar determinado de nuestra bendición.
Sí, necesitamos de fe. Y la garantía de una vida bendita significa tener fe en Jesus. Es nuestro Salvador, nuestro Señor, nuestro Guía, nuestro mejor Amigo. A Su lado el camino es más florido y perfumado, las Campinas son más verdes y tranquilas, las bendiciones son ricas y abundantes.
La fe que salva nos lleva a dejar el lugar en que estamos ahora para saltar en los brazos de Jesus, creyendo plenamente que Puede sostener nos. Es como intentar nadar.
La natación funciona según y como. Antes de que empecemos a nadar, debemos creer que el agua puede sostener nos. Si queremos ser salvos, necesitamos primero creer en Jesus para poder nadar en el gran mar de Su amor y eterna misericordia. Ésta es la fe que salva.
Queremos nadar en el mar del amor de Dios, en el río de Sus misericordias, en el lago de Su fidelidad, en el riachuelo de Su paz. Queremos nadar en la fe… para siempre.