La mision
PARTE I
REVISANDO EL CONCEPTO
por Carlos Primolini
¿Qué entendemos hoy?
En nuestras mentes se agolpan muchas ideas y muy variadas según la edad de cada uno que piensa en el tema. Aparece, en los más ancianos la figura de algunos que vinieron de lejos, cruzando el mar, como enviados del cielo mismo, eran "ingleses", generalmente, muy distintos a nosotros. Si los dejamos hablar con libertad, sin hacerles demasiadas preguntas, nos dicen que eran grandes hombres, que hablaban mal el castellano, no se achicaban ante nadie, ni ante ninguna circunstancia. Viajaban en tren, en sulqui, a caballo, en mula o simplemente de a pié, de pueblo en pueblo, de casa en casa y tantas cosas más.
En la generación más reciente la idea gira en torno de aquellos hombres que dejaron su lugar de origen y emprendieron con su familia la empresa de hacer conocer el evangelio en alguna ciudad o pueblo del "interior" de nuestra Argentina.
Estos misioneros se instalaron en un lugar y allí comenzaron a formar una Iglesia de la que son ancianos o responsables, unas veces solos, otras compartiendo la labor con hermanos surgidos del lugar.
También nos alcanza la idea de aquellos que llevaron adelante los hogares de niños, orfanatos, dispensarios, o alguna otra institución que atendiera de una manera más integral a las personas que necesitaban el evangelio con una ayuda social.
Más reciente aún pensamos también en hermanos que luego de sentir el llamado, van a un lugar a comenzar una obra y luego, por no recibir apoyo, emigran a otro lugar según su punto de vista, sin una Iglesia que los avale.
¿Qué significa ser misionero?
Se me ocurrió mirar primero lo que dice un diccionario no bíblico como curiosidad, y dice así: "perteneciente o relativo a las misiones. Persona dedicada a propagar una religión". Marred. Diccionario Enciclopédico. Ediciones Trébol S.L. Barcelona. 1996. Para nosotros: persona que cumple una misión. La misión de predicar el evangelio en un lugar, cumpliendo aquel mandato de la gran comisión: "Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura" (Mr. 16:15)
¿Qué dice la Biblia?
Quiero aclarar primero, que el subtítulo es de mi propia cosecha y tal vez otra persona pueda encontrar otras cosas o interpretar diferente la misma escritura.
Es difícil no pensar en Pablo y Bernabé para comenzar y en aquella legendaria Iglesia local de Antioquía.
- El misionero recibe el llamado de parte de Dios (Hch. 13:26). Creo que no puede ser de otra manera, porque la obra es de Dios, la persona también es de Dios y la intención de alcanzar a las personas es de Dios.
- La persona que es llamada está en relación íntima con dios (Hch. 13: 1-2ª). Es que no se puede entender al Señor si no se está cerca de él. (Jn.10:27)
- La iglesia comparte el llamado con la persona que quiere salir a la obra (Hch. 13:3). Porque es el mismo Dios el que llama y el que debe poner en la Iglesia el sentimiento de cumplir con el mandato hecho por el Señor en la gran comisión.
- El Espíritu Santo es el que marca el camino, indica el lugar de trabajo (Hch. 13:4; Hch. 16:6-10). El misionero debe tener una sensibilidad especial para entender cada hecho o cada oportunidad que se presente, para saber si Dios aprueba o no esa tarea que puede realizar. ¿Qué le hubiéramos contestado a Pablo ante la pregunta de si debería ir a Bitinia a predicar el evangelio?
- El misionero va de lugar en lugar abriendo surcos, haciendo las primeras obras, preparando a los primeros creyentes, confirmando, exhortando y dejando todo listo para que los hermanos del lugar organizados como Iglesia sigan la tarea. (Hch. 14:21-23)
- La relación del misionero y la Iglesia encomendante debe ser íntima, real, constante. (Hch. 14:27; Hch. 18:22-23). No tengo total seguridad si el misionero debe rendir cuenta a la Iglesia local, porque él hace la obra que Dios le indica por Su Espíritu, pero creo que es bueno que la Iglesia sepa los detalles de la obra para orar con más precisión y sentirse mucho más cerca del hermano que ha salido al campo de labor.
- La Iglesia encomendante debe participar del sostenimiento del misionero y la obra. (Fil. 4:14-16; Ga. 6:6; 1ª Cor. 9:14; Lc. 10:7) Esto debe ser normal, no ocurre en este tiempo, pero es la enseñanza bíblica que debemos respetar como buenos administradores de todo lo que Dios pone a nuestro alcance.
EL ROL DE LA IGLESIA LOCAL EN LA OBRA MISIONERA
por Américo Giannelli
Al referirnos al papel de la iglesia local en la obra misionera, no podemos dejar de referirnos a la iglesia en Antioquía. ésta, sin lugar a dudas, es la iglesia misionera por excelencia. Si bien la iglesia en Jerusalén desparramó cristianos por distintas localidades, incluido Antioquía, el movimiento se daba por la persecución imperante. Sin embargo en Antioquía podemos observar un proceso completamente distinto, el cual deseamos detallar con el convencimiento que éste debería ser el camino para las iglesias de este tiempo:
- Motivación:
- Encomendación:
- Sostenimiento:
- Dependencia:
La Iglesia en Antioquía, era una asamblea que estaba bien preparada para servir como base para la obra misionera (Hech. 13:1), había dones reconocidos y en ejercicio. Este último detalle es muy significativo, ya que el Señor siempre llama a los obreros capacitados y que están trabajando. Ahora bien, notamos que estos hombres se habían dedicado a la oración y el ayuno, probablemente con toda la iglesia. Esto es una demostración de sensibilidad espiritual. Los creyentes de Antioquía de Siria sentían sobre su corazón una carga, por eso los encontramos en una búsqueda de la voluntad divina.
Nos preguntamos entonces ¿Cuál es el peso que sienten?, ¿Qué es lo que hace que sientan la necesidad de indagar en los planes y propósitos de Dios?. Seguramente han redescubierto verdades relacionadas a la obra misionera.
¿Habrá resonado con intensidad el mandato del Señor: "Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura"?(Mr.16:15), o quizás, mirando a las multitudes, entendieron por qué el Señor al verlas "desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen pastor" tuvo compasión de ellas. Tal vez al evaluar la obra de Dios, se dieron cuenta que la "mies es mucha y los obreros pocos" (Mt.9.36).
Lo importante es que ellos sienten el peso de la responsabilidad y por lo tanto buscan la dirección divina.
Dios ha hablado por medio de su Espíritu. Saulo y Bernabé son los elegidos y la Iglesia en Antioquía reconoce ese llamado encomendando a los misioneros.
Primeramente, en Hechos13 hallamos una clara dirección por parte del Espíritu Santo: Elige a los obreros (vs.2), los envía (vs.4) y los llena (vs. 9). Sucede que la obra misionera, no es el emprendimiento personal de alguno bien intencionado, ni tampoco el plan de una iglesia, sino que es la obra de Dios, la cual él dirige a través de su Espíritu. Si tuviésemos este punto bien en claro, nos ahorraríamos muchas lágrimas y esfuerzos fallidos.
¿Cuál es entonces la actividad de la iglesia?, Encomienda, es decir, reconoce el llamado, y expresa su comunión con los siervos. Con el acto de la imposición de manos sobre alguien en especial, se expresa la designación de esa persona para cumplir también una tarea especial (comp. Num. 27:23 / Deut. 34:9). Los hermanos en Antioquía apartaron a Saulo y a Bernabé, en obediencia al mandato del Espíritu.
Podemos afirmar que la obra es de Dios, pero además la iglesia participa en comunión con los siervos designados.
La Escritura no indica que los hermanos en Antioquía hayan formado un fondo misionero o alguna otra comisión para el mantenimiento de los enviados. Sin embargo no es difícil suponer que la expresión de comunión y participación en la obra, se haya mostrado también en el sostén práctico de los hermanos. Pensemos que en el primer viaje misionero, Saulo y Bernabé se dirigieron a lugares en donde no había creyentes. Conociendo la generosidad de los hermanos en Antioquía (comp. Hech. 11:28-30) es muy probable que al despedir a los apóstoles hayan provisto para sus necesidades.
Las obras pioneras y los misioneros que las comienzan, necesitan al principio el decidido apoyo de las iglesias que están establecidas. Además de Antioquía, tenemos en los filipenses (Fil. 2:25 / 4:15,16 / 2ª Cor.8:1-6) otro hermoso ejemplo de iglesias que colaboraron con la obra misionera.
No obstante ello, es necesario considerar la enseñanza y el ejemplo de Pablo: Escribiendo a los corintios les pregunta "si nosotros sembramos entre vosotros lo espiritual, ¿es gran cosa si segáremos de vosotros lo material?" (1ª Cor.9:11 comp. Gal. 6:6), dando a entender que aquellos que han realizado un trabajo espiritual tienen derecho a recibir su recompensa material. También observamos el testimonio a los tesalonicenses... "ni comimos de balde el pan de nadie, sino que trabajamos con afán y fatiga día y noche, para no ser gravosos a ninguno de vosotros" (2ª Tes.3:8), aquí podemos observar que Pablo mientras realizaba su ministerio, trabajó duramente, porque no quería ser un lastre para los hermanos.
Notamos la sabiduría y ubicación del apóstol, por un lado dejando en claro la enseñanza acerca del sostenimiento de los misioneros, por otro exhibiendo una disposición al sacrificio para no convertirse en carga de nadie
Pensamos que el propósito final es que cada obra misionera pueda mantenerse por sí misma y ayudar a otras en formación, pero al comienzo y mientras se logra ese objetivo, deben ser apoyadas sin ser gravoso a ningún hermano.
Saulo y Bernabé mantienen una estrecha relación con la iglesia en Antioquía, ahora bien, la misma no es la de empleado-jefe, ya que en la Palabra de Dios no existe este tipo relación entre creyentes
Tengamos presente que los apóstoles no son siervos de la iglesia, sino del Señor. Es bueno recordar que Cristo es la cabeza de la iglesia, por lo tanto tiene potestad sobre ella, y los hermanos Ancianos en la congregación cumplen su función con la autoridad que el Señor les delega. Por lo tanto, debemos tener cuidado en la clase de organización que ponemos en práctica para la obra del Señor.
Observemos que el apóstol al concluir el primero y segundo viaje misionero, regresa a Antioquía para contar las maravillas que Dios ha obrado, y saludar a la iglesia (Hech.14:24-28 / 18:22,23). No se sienten partícipes de una empresa, sino miembros de la familia cristiana y siervos de Dios.
Se nota en ellos dependencia de su iglesia local. Pablo muchas veces se refiere a los hermanos y a las congregaciones que visitaba con gran aprecio; sin embargo vuelve a Antioquía, la cual siente como su propio hogar. Pensamos que este sentimiento era recíproco, y que los hermanos seguramente aguardaban con ansiedad a los apóstoles para conocer las noticias de la obra.
Es una sana costumbre la de algunos misioneros, que regresan a la iglesia que los ha encomendado, para informar allí cómo marcha la obra y cómo el Señor los bendice.
Hemos mencionado cuatro aspectos íntimamente relacionados con la iglesia en Antioquía, sin embargo no quisiéramos omitir una actividad espiritual de gran importancia en la obra misionera. Es la que Pablo reclama a los colosenses: "Perseverad en la oración, velando en ella con acción de gracias; orando también al mismo tiempo por nosotros, para que el Señor nos abra puerta para la palabra..." (Col. 4:2,3).
La oración es importante, el interceder por nuestros hermanos misioneros, es una actividad en la que no debemos flaquear. Buscando de Dios su dirección, sostén y aliento. No dejemos de orar por ellos en nuestras reuniones de oración y en nuestro culto privado. Será también ésta, una manera de estar involucrados con la Obra de Dios.
DETENIENDO EL PéNDULO
(acerca de la capacitación misionera)
por Gustavo Sánchez
"No podemos ser maestros capaces si somos estudiantes pobres" Goethe.
Empecemos por el principio, en todo ministerio en el reino de Dios, es él quien llama, escoge, hay un acto de Su Voluntad seleccionando a tal o cual hermano para tal o cual función. Constituye un acto de desobediencia, embarcarse en un proyecto, por loable que sea, si no se tiene la convicción del llamado del Señor. De la misma manera él se encarga de capacitar a sus siervos, de obrar con Su Mano cual alfarero (si encuentra docilidad, maleabilidad), de tal manera de dotar con la idoneidad necesaria para el desarrollo de la actividad indicada por él.
El campo misionero no es la excepción de ello y sobrados casos registra la historia bíblica y de la Iglesia. Vemos profetas como Amós, sacado de "atrás de los bueyes", como el mismo declara, casi sin instrucción, sin pasar por ninguna escuela de profetas, fue trasladado de sus tareas rurales a la corte de Samaria para amonestar con autoridad a una dirigencia corrupta, cumpliendo con fidelidad su llamado. Los discípulos que escogió Jesús, en general, eran personas simples, algunos pescadores y sin ninguna experiencia en el ministerio espiritual, o el "clero profesional" de aquellos días. Hombres "sin letra y del vulgo" (Hch. 4:13), sin embargo hablaban con elocuencia magistral por el Espíritu de Dios.
El apóstol Pablo destaca la condición iletrada de los corintios, condiciones opuestas a los que el sentido común consideraría a la hora de seleccionar hombres capaces. "Lo insensato de Dios es más sabio que los hombres... pues mirad hermanos vuestra vocación, que no sois muchos sabios... sino que lo necio escogió Dios para AVERGONZAR a los sabios"... (1ª Co. 1:25-31). Lo curioso que la humilde condición de los corintios es la base argumental del apóstol para decir que Dios obra así para avergonzar a los sabios. Generalmente el intelectual avergüenza al ignorante, pero aquí es al revés.
Y habría tantos ejemplos en la historia de la Iglesia. En la mente del lector se apiñarán seguramente un montón de nombres que ilustran esta situación. Hombres fieles, que sin instrucción secular alcanzaron un servicio eficaz para la Gloria de Dios. Decimos amén a esto sin restricciones.
Pero, por otro lado, no es menos cierto que en las filas de los misioneros también se encuentran hermanos altamente capacitados, con títulos universitarios, y esto también lo haya usado Dios para hacer fructificar ese "capital" para Su Obra. Desde Pablo, formado en la mejor escuela, la de Hillel, hasta algunos hermanos de la actualidad, también muy instruidos académicamente, son usados por Dios para Su propósito, donde muchas veces esa instrucción es lo que facilita el desempeño más efectivo de la labor misionera.
Además, procurar la capacitación, forma parte de buscar la excelencia en la diaconía al Señor, que merece lo mejor, y no podemos dejar de mencionar el peligro que entraña la ignorancia (madre de todos lo vicios para Sócrates), a la hora de definir doctrinas y enseñarlas. La historia de la Iglesia acude una vez más a nuestro razonamiento con ejemplos por demás claros. Por citar uno: Guillermo Miller fue un humilde predicador itinerante bautista, que vivió en el siglo pasado, lleno de sinceridad y entusiasmo. él puso varias fechas a la venida del Señor y mucha gente siguió con fanatismo sus predicciones. Luego él mismo no pudo parar la corriente de error que había iniciado. De sus lomos interpretativos nacen, entre otros, los adventistas y los Testigos de Jehová. Los historiadores coinciden en que sus deducciones y conclusiones eran el fruto de su falta de formación.
Vemos entonces que no hay una oposición obligatoria entre capacitación y espiritualidad, tampoco una unidad "per se". El problema, una vez más está, en los extremos. Dicen que la doctrina sin la piedad es un árbol sin fruto; pero la piedad sin la doctrina es un árbol sin raíces. Acumular estudios sin una vida de devoción y adoración, jactándose de los títulos llevará a un intelectualismo nocivo, a la "letra que mata", a la capacitación fría y muerta. En el otro extremo, vemos que el conocimiento de Dios y capacitarse para su obra, demanda diligencia en el estudio y que la mera fe, entusiasmo y devoción, no genera conocimiento, ni de la Palabra, ni de otras áreas del saber que pueden llegar a hacer más efectiva la labor. Vemos que es necesario que el misionero tenga cierta capacitación, sino será un testimonio que ridiculice el evangelio, en vez de difundirlo. Además un título puede llegar a abrir puertas en lugares donde no se puede ingresar como misionero, y por supuesto, igual que cualquier oficio, puede ser un recurso para procurarse el sustento en algunas circunstancias, como enseña el apóstol Pablo.
Es menester agregar que no todo lo que sea académico y por así llamarlo "no bíblico" es malo. Por ejemplo la psicología se basa en presupuestos agnósticos que le infundieron sus originadores. Sin embargo, bien usada, dentro del marco de la acción del Espíritu Santo y por personas nacidas de nuevo, puede constituir una herramienta muy valiosa en el aconsejamiento pastoral y en la sanidad interior.
Puede haber excepciones, pero son eso, excepciones, la regla es que deben ir juntos: estudio, investigación, disciplina y contemplación, adoración, santidad, búsqueda del rostro de Dios.
En general el péndulo se inclina para uno de los lados, o en su afán de corregir, se pasa al extremo opuesto. Una vez más el secreto está en el equilibrio, el punto medio. Hay que detener el péndulo. Ni intelectualismo técnico y frío, ni espiritualidad ignorante.
La palabra hebrea HAYIL significa fuerza (1ª Cr. 7:9), valentía (1ª Cr. 7:11), y capacidad, idoneidad (Gn. 47:6) 1ª Samuel 10:26 dice que Saúl tenía en sus filas hombres "HAYIL", cuyos "corazones Dios había tocado". Creo que éste es el equilibrio: CAPACIDAD (formación, estudio), pero con el necesario "toque" de Dios formando el corazón (relación con Dios, barro dócil en manos del alfarero).
Hablando de equilibrio, pasemos revista a las áreas de capacitación ¿de qué hablamos, cuando hablamos de estudio?
- Capacitación bíblica: aunque pareciera a primera vista una perogrullada, recalcamos la importancia fundamental del conocimiento de las escrituras de los misioneros. ¿Una casa, se puede levantar sin metro, sin nivel y sin plomada? Bueno, sí, pero el resultado será catastrófico. El obrero de Dios debe tener conocimientos hermeneúticos mínimos, técnicas de enseñanza, conocimiento básico de las lenguas originales, de la historia de la Iglesia, técnicas de aconsejamiento, etc. esto como base, bien se dice que el "saber no ocupa lugar".
- Capacitación en lo "secular": Sería muy apropiado que el misionero de hoy tenga una cultura media, debe conocer hechos históricos mínimos, tener un vocabulario enriquecido con la lectura y la sapiencia de conceptos generales, para iniciar una charla, hablar con autoridades, desenvolverse en algún medio masivo, etc, y como dijimos antes, puede ser una profesión que le provea sustento.
Como conclusión, insisto en el equilibrio del péndulo. La capacitación es muy importante, pero usado en dependencia de Dios, no apoyándose en "títulos", sino en Su infinita Gracia. El apóstol podía tener esto por basura, aunque lo usó en su ministerio. él dijo: "Por la gracia de Dios, soy lo que soy".