¿Qué es la madurez?
“Quiero demostrarle a mis padres y a mis amigos que ya no soy un niño (a)”...“Quiero poder salir con mis amigos sin que me estén preguntando a dónde voy o a qué hora regreso”... “Quiero manejar mi propio dinero y gastar en lo que quiero sin que me estén controlando”... “Quiero tener novia (o) y tener sexo si es lo que me provoca”... “Quiero fumar, beber cerveza, o ir a las discotecas, como lo hacen otros jóvenes”...
Es seguro de que estas y otras ideas han pasado por la mente de muchos jóvenes. El fondo del asunto es que llega una etapa en la vida, en que nos damos cuenta de que estamos creciendo, que no somos niños y queremos comenzar a vivir como adultos, de alguna manera sentimos que ahora “tenemos derecho” a disfrutar de los “privilegios” de la vida adulta que hasta ahora no se nos han permitido. Algunos jóvenes sienten que la vida es injusta con ellos y se rebelan contra todo lo que signifique autoridad: los padres, los maestros, la iglesia, y en el peor de los casos, las autoridades civiles.
¿Son legítimos estos sentimientos? Y si lo son, ¿cómo canalizarlos?
"Privilegios" v/s "Responsabilidades"
La verdad es que la vida adulta sí tiene sus privilegios. El poder ser independiente en la toma de decisiones, disponer de nuestro propio dinero, de nuestro tiempo, las relaciones de pareja etc. Ciertamente, son privilegios que la vida tiene reservados para los adultos, y el poder disfrutarlos hacen que la vida sea maravillosa. Pero hay un principio básico que debes entender para que comprendas lo que verdaderamente significan. Ese principio es el siguiente: Cada privilegio implica una responsabilidad. Si lo analizas más profundamente, te darás cuenta de la gran verdad que hay en esta afirmación.
Por ejemplo, consideremos el sexo. Si analizamos la Biblia, descubrimos que... ¡el sexo fue idea de Dios! Fue Dios quien dijo "no es bueno que el hombre esté solo" y le creó a la mujer, una "ayuda idónea". Fue Dios quien dijo "Fructificad y multiplicaos..." y esto implica las relaciones sexuales. De manera que el sexo en sí mismo no es malo, ni pecaminoso. De hecho, Dios ideó nuestros cuerpos de tal manera que el sexo fuera una de las experiencias más gratificantes de la vida. Sin embargo, como tú debes saber, el tener relaciones sexuales te puede llevar a tener un hijo, lo cual es una gran responsabilidad. Por otra parte, el mantener relaciones sexuales promiscuas te puede llevar a contraer enfermedades venéreas como la Sífilis, la Gonorrea o el SIDA. Y esto para no hablar de las heridas emocionales que una vida afectiva inestable te puede producir: sentimientos de rechazo y de degradación suben y bajan sin que los puedas controlar. En cambio, el sexo puede ser –y lo es- algo maravilloso si se disfruta dentro de los parámetros establecidos por Dios, es decir, en el matrimonio. Una pareja que disfruta de una vida sexual sana es una pareja feliz, aunque tengan problemas económicos o de cualquier otro tipo. Y cuando vienen los hijos, éstos son una bendición que los fortalece y los une aún más. ¡En cambio, un hijo "accidental" puede resultar una verdadera pesadilla! En fin, no necesitas profundizar mucho en esto para darte cuenta de que si no entiendes el sexo como una responsabilidad, no es un verdadero privilegio.
Si hablamos del dinero podemos decir que hoy en día, parece que es algo que da mucho prestigio el tener una tarjeta de crédito. Hay gente que hace lo imposible, hasta miente para poder tener una tarjeta bancaria. Pareciera que el tener una de estas tarjetas los hace sentirse dueños del mundo, o pertenecer a una especie de “élite” privilegiada. Es impresionante cómo la publicidad captura la mente de la gente, haciéndoles creer que con una tarjeta de crédito pueden gastar, y gastar sin que nada pase, pues podrán pagar “en cómodas cuotas”. Una gran y efectiva trampa si no sabes utilizarla bien.
Jóvenes, no lo malinterpreten, por favor. Pero, ¿sabes quién te viene a visitar el próximo mes? ¡El estado de cuenta! ¡Y tienes que pagar con un interés del 60 al 70%! ¿Y sabes lo que pasa si no pagas? La deuda se acumula, te cobran intereses de mora, y finalmente, si no pagas, ¡llevan tu caso a abogados y tienes que pagar el monto completo de tu deuda!. Las tarjetas de crédito pueden ser una gran bendición si eres disciplinado con tus finanzas y las usas con sentido de responsabilidad, no gastando más de lo que realmente puedes pagar. De lo contrario, las deudas te agobiarán y te arruinarán todo tu presupuesto, ya que no podrás gastar en lo que quieras hasta que pagues lo que debes. Como ves, el uso de una tarjeta de crédito es un privilegio si se administra con sentido de responsabilidad.
Otro ejemplo puede ser que a los jóvenes de hoy les parece fascinante tener un celular, mucho más si es digital, tiene juegos, 200 memorias alfa-numéricas y manos libres, pero sobre todo por la "pantalla" que da. La pregunta es ¿estás dispuesto a asumir la responsabilidad que implica pagar tus cuentas cada mes? ¿O dejas que papá y mamá den un gran grito cuando ven lo que gastas? Si es así, todavía eres un niño, por muy digital que sea tu celular.
¿Quieres tener dinero? ¿Quieres vivir en tu propio apartamento? ¿Quieres independizarte de tus padres? Muy bien, no hay nada malo en ello. Pero, ¿qué estás haciendo para lograrlo? ¿Estás estudiando una profesión? ¿Estás trabajando?. Si No es así, sigues siendo un niño que necesita madurar para poder convertirse en un adulto.
La verdadera señal de madurez: Cada etapa de la vida hay que disfrutarla al máximo, y la adolescencia ciertamente tiene su placer. La Biblia dice, "Alégrate, joven, en tu juventud, y tome placer tu corazón en los días de tu adolescencia; y anda en los caminos de tu corazón y en la vista de tus ojos..." (Ecl. 11:9). Pero el versículo no termina ahí: "...pero sabe, que sobre todas estas cosas te juzgará Dios". ¿Qué quiere decir? Simplemente, que la juventud es un tiempo de disfrute, pero también es tiempo de comenzar a desarrollar un sentido de responsabilidad hacia la vida; y esa es la verdadera señal de que has comenzado a madurar.
Otro punto importante que es de vital importancia, es que escuches los consejos de las personas mayores que tú. Sobre todo, si se trata de tus padres y de tus pastores y líderes en la iglesia. La Biblia dice, en el libro de Proverbios, "Hijo mío, no se aparten estas cosas de tus ojos; guarda la ley y el consejo, y serán vida a tu alma...(3:21-23), "no sea que extraños se sacien de tu fuerza, y tus trabajos estén en casa del extraño; y gimas al final, cuando se consuma tu carne y tu cuerpo, y digas: ¡Cómo aborrecí el consejo, y mi corazón menospreció la reprensión...(5:10-13). "El que ama la instrucción ama la sabiduría; mas el que aborrece la reprensión es ignorante" (12:1).
¿Quieres saber cuál es otra evidencia de que estás madurando? Es tu capacidad de escuchar consejos y aceptar las reprensiones con humildad. De lo contrario, en vez de actuar como adulto, lo que estarás demostrando es que sigues siendo un niño.
Joven, Dios desea que disfrutes de los privilegios de la vida adulta, pero debes recordar que todas las cosas tienen su tiempo. ¿Y cuándo es ese tiempo? ¿Cómo sabré cuándo estoy lo suficientemente maduro?...Cuando estés dispuesto a asumir los privilegios con toda la responsabilidad que implican, y cuando aprendas a recibir las correcciones con humildad. Cuando eso suceda, podrás estar seguro de que estás convirtiéndote en un adulto.