La misionn
LOCALIZACIÓN DE LA OBRA MISIONERA
por José M. Zorrilla
Cuando hablamos de la obra misionera de la iglesia, no hay ninguna duda de quién la implementó, nada menos que el Señor Jesucristo mismo. Además toda la enseñanza enfatiza, lo que es cierto, como el Señor equipó a la Iglesia otorgándole una persona divina como es Dios Espíritu Santo enviado por EL mismo desde la gloria y anunciado en San Juan 14: 16 y 17. El ALLOS, o el Paracleto, consolador, guiador y sustentador de la Iglesia y del creyente en particular, a quién también otorga la identidad de Hijos de Dios Romanos 8:16, y toda la ayuda necesaria para la misión, que en realidad es una obra, llamada obra misionera, tratándose de la tarea más importante de la Iglesia local, junto con la preparación y equipamiento de los servidores, misioneros o embajadores y designada por la Biblia como la edificación de los santos para la obra del ministerio ver Efesios 4: 11 -12.
Ahora bien cuando el Señor establece y delinea la obra misionera, (la gran comisión), también enfatiza la cuestión del LUGAR, poniendo como prioridad la localidad cercana a ellos. Debían comenzar por Jerusalén.
Con el correr del tiempo y la gran cantidad de agua que ha corrido por debajo de los puentes, se fueron formando diversas sociedades o fundaciones para la obra misionera, que generalmente han apuntado al extranjero del lugar donde se han formado, como la misión al interior de la China, o la Misión Africana o al nuevo mundo después del descubrimiento de América y por algunas extrañas razones se fueron perdiendo de vista las necesidades cercanas de cada iglesia local, hasta que en muchos casos no se considera la responsabilidad cercana como parte de la misión.
Tal vez el argumento mas esgrimido sea que los recursos para dicha obra casi han desaparecido, y que poniendo metas en lugares lejanos se crea una necesidad más imperiosa de recursos para la obra, lejana necesidad, muchas veces incomprobable y cuantas veces maximizada para recaudar de forma inmediata, por otro lado la lejanía otorga a la misión todo un contexto de aventura y un atractivo turístico, pero también una mas grande posibilidad de fracaso, pero muy disimulado por la distancia, y además se añade un terrible mal que desvirtúa toda la misión, cuando los siervos, (embajadores), no tienen a quién dar cuentas de su misión, y que además pueda ser controlada por los encomendantes, que solo esporádicamente reciben alguna información bastante desvirtuada de la realidad, que produce gran decadencia en el interés por la obra.
Todo lo antedicho por lo menos nos llevan a una sería reflexión sobre algunas premisas de la Iglesia:
- La Iglesia tiene una realidad, la obra misionera, y una Jerusalén a su alrededor.-
- La iglesia debe dar amplia difusión a la obra misionera y profusa información sobre la misma. ( muy carente en muchas asambleas)
- Cada iglesia local debe proveer e implementar seriamente los medios para la preparación de los futuros siervos misioneros, la preparación debe incluir ejercicio en las vivencias propias de tremenda obra de responsabilidad.
- La iglesia local debe implementar y realizar un plan que provea verdaderos recursos y comenzar a realizar este aspecto de la gran comisión.
- La iglesia local siempre tiene su Jerusalén a su alrededor para hacer la obra misionera, donde puede hacerse la tarea con un ejercicio real de la obra y control de los resultados, aún con amor hacer los cambios o las rectificaciones necesarias.
- La iglesia local debe ser totalmente involucrada en la obra misionera, como parte del apoyo en oración, acompañando u ofrendado con verdadero conocimiento de la causa que se está apoyando, aún los mas ancianos y los impedidos físicamente pueden participar.
- La iglesia local debe realmente asumir la responsabilidad que le corresponde de dicha obra si quiere agradar a su Señor, 2ª Corintios 5: 9. El Señor Jesucristo es quién estableció y legisló muchos de los aspectos de la obra de evangelización hasta lo último de la tierra. Mateo 28:18 20.
Es asombroso ver el diseño del Señor para permear la sociedad con el glorioso evangelio, con la participación de todos los santos, involucrando aún los más ancianos como apoyo para aquellos que el Señor llama, los siervos que como punta de lanza " entran en la gran tarea", puntualizo ENTRAN, porque también se ha generalizado la expresión: ¡ quiero salir a la obra! , que da mas una idea como de querer escapar de donde se está, que manifestar entusiasmo por la gran comisión.
En conclusión: Cada iglesia local tiene su Jerusalén a su alrededor y hasta su Judea en las localidades vecinas, muy cercanas con tremendas necesidades de Jesucristo.
DIOS nos conceda de su gracia para ver las oportunidades tan preciosas, que todos tenemos, y es nuestro privilegio, ocuparnos de parte de la gran misión de la Iglesia, de ir por todo el mundo y hacer discípulos.-
EL MISIONERO Y SU SOSTEN
por Juan O. Gangemi
Cuando tratamos el tema del sostén de los misioneros desearíamos encontrar definiciones y procedimientos que nos lleven a seguir una manera de hacerlo, pero no lo encontramos así en la Palabra de Dios. La razón es que la Biblia es un libro de principios en el cual no vamos a encontrar una norma que contemple todos los detalles acerca de la manera de conducirnos frente a las distintas situaciones que se pueden presentar.
Estas situaciones abarcan desde la realidad de la iglesia donde es encomendado un misionero hasta el campo concreto donde el mismo va a desarrollar su labor
Es por eso que conviene repasar esos principios a fin de considerar su aplicación en la obra misionera actual y también en los planes de extensión de la obra de Dios que cada iglesia debería tener presente y trabajar para concretarlos
En la encomendación del misionero hay una participación directa y decisiva del Espíritu Santo, que da las indicaciones precisas acerca de quienes han de ser apartados para la obra misionera. Además, hay una comunión completa de parte de la iglesia que escucha la demanda de Dios y responde obedientemente a ese llamado. (Hechos 13:1-4)
El pasaje considerado nos dice que la iglesia despidió a Bernabé y a Saulo pero quién los envió fue el Espíritu Santo
También es interesante observar que completan su viaje misionero regresando a la iglesia en Antioquía, donde habían sido encomendados a la gracia de Dios. Indudablemente la gracia de Dios, abundante y suficiente en todos los aspectos, les acompañó (Hechos 13:25-28). Pero de ninguna manera podemos inferir de este pasaje que la iglesia se desentendió del sostenimiento de los hermanos que ellos mismos habían encomendado para cumplir un servicio específico de extensión del evangelio. La iglesia encomendante es la principal responsable del sostenimiento del misionero. Asimismo, la iglesia tiene el derecho de recibir información sobre el trabajo y los resultados obtenidos
Indudablemente que el ejemplo de Antioquía no es absolutamente aplicable a todos los casos de la obra misionera actual pero nos da los fundamentos de la relación iglesia - misionero. Estos fundamentos deben ser respetados. Pero en este como en otros temas debemos usar el discernimiento y las capacidades que el mismo Espíritu Santo nos ha dado para extender la obra de Dios adaptándonos a nuestra época pero sin violar los principios bíblicos. Es por eso que se puede ayudar en gran manera a la difusión del evangelio contribuyendo por medio del sostenimiento de aquellos que se constituyen en una avanzada de la iglesia haciéndolo de tal manera que no se enfrente a lo establecido en la Palabra de Dios aunque no esté explícitamente establecido en la misma.
En los tiempos que vivimos resulta difícil contar con los medios para el sostenimiento del misionero por una sola iglesia. Es por eso que sería de gran bendición que dos o más iglesias se pongan de acuerdo para sostener a aquellos hermanos que han sentido el irresistible llamado de Dios a este trabajo. Tampoco debemos desechar la contribución que hacen aquellas instituciones que se han formado para este fin específico, pero de ninguna manera la iglesia encomendante puede desentenderse del asunto ya que es la principal responsable delante de Dios y como consecuencia preferente objeto de la bendición del Señor que a nadie deja de recompensar
Es importante también repasar el concepto con el cual hemos considerado este tema hasta ahora, ya que tenemos, en general, la idea de que el misionero y su familia necesariamente tienen que sufrir necesidades Es verdad que el misionero debe estar dispuesto a pasar por esta circunstancia si el Señor lo dispone, pero esta voluntad de servir a Dios a pesar de todo es un asunto entre el misionero y su Dios. La iglesia no puede escudarse en esa vocación de servicio del hermano para no proveer todo lo necesario de tal modo que pueda ocuparse con todas sus fuerzas de la misión para la cual Dios lo ha apartado. La cobertura social y de salud para la todo el grupo familiar debe tener un lugar dentro del monto del sostén destinado para el misionero y su familia.
Otro aspecto importante es la duración de la misión. Cuando una obra ha sido establecida y llega a ser una iglesia local, la función del misionero ha terminado y por lo tanto quedan tres caminos ha seguir. El primero de ellos es regresar a la iglesia de la cual salió; el segundo es buscar nuevos campos para la misión en pleno acuerdo con la iglesia encomendante y el tercero es quedarse afincado en la nueva iglesia, con lo cual podría llegar a ser un pastor de la misma si cuenta con el reconocimiento de los hermanos de esa nueva congregación pero habrá dejado de ser un misionero y la iglesia de la cual salió es relevada de sus privilegios y obligaciones y podrá dedicar su esfuerzo a otro misionero favoreciendo así una más rápida llegada de la Palabra de Dios a otros lugares. Este esquema de trabajo contempla solamente un aspecto de la obra misionera, que si bien es el más difundido entre nuestras iglesias no es el único, ya que hay innumerables posibilidades de servir al Señor con misiones que tienen un objetivo distinto al de fundar una iglesia, si bien este es el más importante de todos.
Pero la iglesia deberá ser sensible a la voz del Espíritu Santo y no desechar ningún aspecto de la obra de Dios a la cual podemos ser llamados, teniendo en cuenta que ese llamado incluye no sólo la misión sino también el apoyo espiritual y material para aquellos que en nombre de Dios y de la iglesia se atreven a servir a Dios en los nuevos campos que se presentan listos para la siega.