Viviendo sanamente
Fue una noche anhelada luego de un intenso día de trabajo. Lo“como hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia; sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir”
Alguien me dijo una vez: ¿Podemos ser santos?, y yo le respondí sin pensarlo ni un momento: “¡Claro que si!”, pero cuando me refiero a santos, me refiero a nuestra manera de vivir, el Apóstol Pedro lo escribía claramente en una de sus epístolas como lo podemos leer en el versículo del inicio.
Pero la pregunta podría ser: ¿Qué quiere decir cuando nos motiva a ser santos?
Santos es: Apartado de y Consagrado para.
Eso significa dos cosas importantes que quiero escribir en esta hora:
Apartado de: Ser santos es apartado del pecado, es decir que tú no tienes parte con el pecado. Si bien es cierto no somos perfecto y fallamos mucho, no significa que no intentaremos cada día de nuestra existencia el apartarnos del pecado. Diferente es aquella persona que permite que el pecado se apodere de ella y no hace nada para apartarse de esa fea práctica.
Amados el pecado no es nada de que nos podamos sentir orgullosos, es mas, vemos en Adán y Eva el ejemplo de que el pecado es una vergüenza ya que luego de pecar tuvieron que esconderse y cubrir su desnudes lo cual reflejaba que el pecado había producido en ellos vergüenza. Así mismo es hoy en día, ninguno de los que nos hacemos llamar cristianos nos vamos a sentir orgullosos de ser adúlteros, fornicarios, mentirosos, mal hablados, ladrones, etc. Creo que todo aquel en el cual el Espíritu Santo mora ha de sentir que lo redarguye cuando va a cometer una falta y si no es así, entonces ¡Deberíamos preocuparnos!
El Apóstol Pedro motivaba a la Iglesia a vivir una vida santa, es decir una vida apartada totalmente del pecado, en donde el objetivo debería ser huir del pecado. Y es que se puede vivir una vida apartada del pecado, siempre he pensado que nosotros pecamos porque queremos, así de simple. Pecamos porque permitimos que eso pase, ya que cada uno de nosotros tiene el suficiente dominio propio para decir NO al pecado, pero dejándonos llevar por nuestra concupiscencia permitimos que nuestra vida se siga manchando con el pecado, queremos vivir en santidad en la Iglesia y en pecado fuera de ella, ¿A quien tratamos de engañar?, Pecado y Santidad son dos palabras muy distintas y que significan totalmente lo contrario, por lo que no es posible que mientras digamos que queremos vivir en santidad sigamos con pecados ocultos. Debemos tener la determinación completa de tratar de vivir una vida santa y eso significa APARTADOS DEL PECADO.
Por otra parte también es importante que además de apartarnos del pecado también estemos:
Consagrados para: Cuando nosotros decidimos apartarnos del pecado tenemos que también determinarnos que vamos a consagrarnos para Dios. Cada uno de nosotros deberíamos consagrar nuestros ojos para ver solo lo que Dios quiere que veamos, consagrar nuestros oídos para no escuchar lo que Dios no quiere que escuchemos, consagrar nuestra lengua para no hablar mas de la cuenta, consagrar nuestros pies para que no nos lleven a lugares en donde deshonraremos el nombre de Jesús.
El consagrarse para Dios tiene que ver con cultivar en nosotros una vida de devocional, una vida en donde su alimento espiritual sea la continua lectura de la Palabra, la continua oración, el continuo servicio a Dios y todo aquello que tiene que ver con someterme a El realizando aquello que me acerca a El y me hace conocerlo de mejor manera.
Por tal razón debemos renunciar a los deseos que antes teníamos, cuando estábamos en la ignorancia, cuando pensábamos que hacíamos lo bueno y realmente era lo malo, cuando no nos importaba ni una pizca el hecho de agradar a Dios, mas ahora todo es diferente, ahora ya no vivimos conforme a los deseos de la carne ni del mundo, sino que vivimos con el único objetivo de agradar a aquel que nos ha dado vida en abundancia.
El Apóstol Pablo lo decía: “Ya no vivo yo, mas Cristo vive en mi” (Gálatas 2:20), el Apóstol Pedro en el versículo que leímos al inicio lo decía en otras palabras: “…no os conforméis a los deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia; sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir” (1 Pedro 1: 14, 15), el discípulo amado Juan lo decía de esta forma: “Y todo aquel que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo, así como él es puro”.
Todo esto nos enseña que la vida en Cristo tiene que ser una NUEVA VIDA, esa vida que no esta viciada a los deseos de la carne, ni en satisfacerlos, sino que todo lo contrario, es una lucha constante diariamente contra nuestro deseos pecaminosos por el único objetivos de ser fieles a Dios, así como El lo ha sido con nosotros, que sin merecerlo nos ha dado salvación y una vida eterna, así como ha ordenado nuestra vida que se encontraba sin un sentido claro.
Amados, ¿Cómo estamos respondiendo a los favores de Dios?, ¿Estaremos viviendo nuestra vida como la vivíamos cuando no lo conocíamos?, ó ¿Realmente estamos tratando por todos los medios de vivir santamente como El quiere que vivamos?
Que cada día de nuestra existencia vivamos con el propósito de apartarnos del pecado y consagrarnos cada vez más al Señor.