Una navidad para recordar
En la primera Navidad que recuerdo, yo tenía tres años de edad. Mi padre había fallecido dos años antes, así que mi abuelo y algunos de mis tíos y tías vinieron a Danville a verme. Recuerdo cuando abrieron la cajuela de su auto, y estaba toda llena de juguetes para mí.
Cuando finalmente los metimos en la casa, llenamos una habitación con ellos. Ésa fue la mayor cantidad de juguetes que recibí en una Navidad. (No sé si fue porque me portaba mal después de eso, o cual fue la intención, pero por alguna razón nunca más volví a recibir tantos obsequios).
Probablemente, algunos de los momentos más felices de nuestras vidas han sido en Navidad, incluso las veces que no recibimos lo que queríamos. Recuerdo el año que quería un rifle .22, más que nada, pero mi madre no me permitía tener uno. Entonces cometí un gran error.
Mi novia me regaló un bonito suéter en Navidad, y yo sabía dónde lo había conseguido: lo compró en una tienda de artículos deportivos. Demostrando poca sensibilidad, volví a la tienda y cambié el suéter por un rifle, pagando una diferencia de seis o siete dólares. Entonces tuve dos problemas: tenía un arma que mi madre no quería que tuviera, y no tenía el suéter que mi novia quería que tuviera. Al final, perdí a mi novia, pero conservé a mi madre.
Años después, pasé todo un día buscando el árbol perfecto durante una tormenta de nieve en las montañas de Carolina del Norte. Podía imaginar todas las luces azules, rojas, verdes, amarillas y naranjas cubriéndolo. Pero, mientras transportábamos el árbol a casa, mi esposa me dijo que había decidido cubrirlo ¡con pintura de aerosol rosada! (A pesar de mi escepticismo, quedó hermoso).
La primera Navidad
Aunque estas historias particulares son exclusivas de mi vida, la mayoría de nosotros tenemos recuerdos maravillosos de Navidad. E imagino que ha sido así desde el comienzo. A veces me gusta pensar en las personas que estuvieron en la primera Navidad, y en lo que deben haber recordado toda su vida.
En primer lugar está José. Probablemente no tuvo una vida larga, porque, según la Biblia, no estaba presente cuando Jesús fue crucificado. Pero puedo imaginar que, a medida que fueron pasando los años, José pensaba mucho en el día que viajó a Belén por el decreto de Augusto César. Debió haber estado ansioso; María iba a tener un bebé, y el viaje era difícil. Llegaron a Belén aquella noche, pero fueron rechazados en todas las posadas de la aldea. José debió haber sido sensible a las necesidades de su esposa, y sentirse muy frustrado al verla dar a luz en un establo. Estoy seguro de que José pensó en esa noche muchas veces, en las cosas que le habría gustado haber hecho de manera diferente. Sin embargo, lo que realmente sucedió la primera vez que él vio al Hijo de Dios, no está registrado en la Biblia.
Pienso luego en los recuerdos que debió haber tenido María, porque ella nunca olvidaría lo que el ángel le dijo: "Y ahora, concebirás... y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS" (Lc 1.31). La Biblia dice que María guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón. A medida que pasaban los años, debió haber remontado el pensamiento a esa noche inolvidable cuando dio a luz al Hijo de Dios, y a lo que sintió cuando miró el rostro de su pequeño bebé. Si lo que el ángel le dijo era cierto, estaba mirando la cara de Dios, que había salido de su vientre. ¿Cómo podía ella olvidar los recuerdos de su primera Navidad?
Después están los pastores. Algunos de ellos debieron haber estado cerca de Jesús durante toda su vida, e incluso haberle visto crucificado, como pasó con María. Con el paso de los años, ¿cuántas veces habrían dicho: "Déjenme contarles lo más grande que me ha pasado en la vida"? Los imagino repitiendo la quietud que había en los campos, cuando de repente se apareció un ángel e hizo una declaración que había sido profetizada por más de 400 años. De todas las personas a quienes podría habérseles dado el anuncio, fue un grupo de pastores el que primero supo la noticia. Lucas 2.8-11 dice que estaban en el campo cuidando sus rebaños, cuando se les apareció el ángel, y les dijo: "Os ha nacido hoy, en la ciudad de David un Salvador, que es CRISTO el Señor". ¡El Mesías prometido! En la memoria de ellos estaban alojadas para siempre la emoción, la curiosidad, los temores, las preguntas y las dudas. ¿Cómo podían ellos olvidar alguna vez aquella noche en Belén, cuando al final encontraron a María, a José y al niño?
Pienso, también, en los otros de aquella primera Navidad, en aquellos magos viajeros que supieron del niño Cristo. Lo más probable es que fueran descendientes de personas que habían sido influenciadas por el profeta Daniel, a quienes éste les había enseñado las Sagradas Escrituras. Estos sabios del Oriente habían estado siguiendo una estrella cuando llegaron a Jerusalén.
En aquella noche especial, según las Escrituras, ellos estaban buscando al recién nacido Rey de reyes. Sus averiguaciones acerca de su nacimiento los llevaron a tener una audiencia privada con Herodes el Grande. Éste les dijo que le informaran su hallazgo del rey, para que él también pudiera ir a adorar al niño (Mt 2:8).
Dejaron al celoso rey, que aguardaba con ansiedad su regreso, y siguieron la estrella hasta Belén. Allí encontraron a su Señor en un establo y le hicieron regalos maravillosos. Antes de marcharse, Dios les advirtió que no regresaran a ver a Herodes. La Biblia dice que se marcharon por un camino diferente (v. 12).
Herodes el Grande no sabía nada de lo que estaba ocurriendo, hasta que estos sabios le informaron que habían estado siguiendo una estrella que indicaba que un rey había nacido. Un temor repentino se apoderó de Herodes, porque estaba obsesionado con el poder y no podía soportar la idea de que hubiera alguien en el reino que no estuviera sujeto a él.
Herodes debió haber recordado muy bien cómo se sintió cuando se dio cuenta que los magos no regresarían a él. Vencido por la ira, envió a sus soldados a Belén con la orden de matar a todos los niños menores de dos años. De todas las personas en esta historia, hasta el momento, el rey Herodes fue el único que nunca vio a Jesús. Murió antes de que Él se hiciera adulto, y fue a la condenación eterna.
Todos los demás tenían recuerdos maravillosos del nacimiento de Cristo. Pero Herodes vivió recordando siempre cómo trató de asesinar al Hijo de Dios en aquel día. ¿Cuáles son los recuerdos que usted tiene de la Navidad? ¿Puede decir, honestamente, que es la celebración del nacimiento de su Salvador, del Señor de su vida?
El verdadero significado de la Navidad
Tengo el maravilloso privilegio de recordar muchos momentos felices de Navidad, pero el más grande de todos es éste: hubo un día en que recibí a Cristo como mi Salvador personal y Señor. Desde ese momento he estado viviendo en la luz, la esperanza y la alegría de la vida eterna. Ese día es el momento más importante de mi vida.
La Navidad es la celebración del regalo más valioso que fue dado a la humanidad hace 2.000 años, y que nos ofrece una vida nueva hoy. Dios vino en la carne para darnos esperanza, paz y salvación eterna.
Herodes no pudo destruirlo, y tampoco hay otro rey, dictador o gobernante del mundo que pueda hacerlo. Él es omnipotente, omnisciente, omnipresente, nuestro Dios para siempre. Quienes han sido lo suficientemente sabios para aceptarle, tienen una esperanza que ninguna experiencia será capaz de quitar jamás. Nuestros nombres han sido inscritos en el libro de la vida del Cordero, y nuestro destino es el cielo, como hijos e hijas, para siempre, del Rey de reyes.
Tengo un montón de recuerdos maravillosos de la Navidad. Mi oración es que, si usted nunca ha puesto su fe en Jesucristo como su Salvador personal, tenga este año su mejor recuerdo: el haber conocido a Jesús, y saber en qué consiste la Navidad. Usted puede conocer a Jesús hoy, porque Él ya sabe quién es usted. Él está dispuesto a perdonarle todos sus pecados.
Si, por alguna razón, usted decide negar al Señor y muere sin Cristo, va a ser atormentado con el recuerdo de todas las veces que la gente le habló de Jesús y le ofreció la oportunidad de recibirlo. Lucas 16.27-31 habla de un hombre que está siendo atormentado, y le pide a Abraham que alerte a sus parientes acerca del infierno: "Te ruego, pues, padre, que le envíes a casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos, para que les testifique, a fin de que no vengan ellos también a este lugar de tormento". Abraham respondió: "A Moisés y a los profetas tienen; óiganlos". Pero el hombre imploró: "No, padre Abraham, pero si alguno fuera a ellos de entre los muertos, se arrepentirán". Abraham le dijo: "Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se persuadirán aunque alguno se levantare de los muertos".
No está lejos el día cuando todos estaremos delante del Señor para enfrentar nuestro destino eterno. Podemos pasar la eternidad con Dios, disfrutando de maravillosos recuerdos. O pasarla apartados de Él, y perseguidos por recuerdos espantosos. La noche en que Cristo nació, esa decisión quedó en nuestras manos.
La temporada de Navidad es el tiempo de más ajetreo en el año. La gente se apresura para comprar regalos y visitar familiares. El día de Navidad llega y se va, y a veces no hay mucho tiempo para pensar en lo que significa realmente. Dondequiera que usted esté puede tener una Navidad absolutamente inolvidable. Si usted conoce a Jesús, alábele, y pase este tiempo desarrollando más intimidad con Él. Será el mejor regalo que usted reciba. Si no le conoce todavía, pida en oración recibirle en su corazón, y unirse a José, María, los pastores, los reyes magos, y los millones de otras personas que son sus amados seguidores. ¡Su vida nunca será la misma!