regalo
“Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz”
Isaias 9:6
Ya había sido anunciada su llegada por los profetas, Emmanuel, el Salvador, Aquél que restauraría el reino de Dios; el Príncipe de Paz.
Se esperaba que naciera de un vientre de linaje escogido por los hombres, pero fue nacido en linaje escogido por el Espíritu Santo. Se esperaba que fuera acogido por un lecho en un palacio, pero encontró calor en un pesebre. Sin saberlo aquél día, toda la creación alabó en silencio al más grande de todos los tiempos, invitando a unos cuantos escogidos a regocijarse en la presencia del más grande Rey qué finalmente había llegado. Jehová les había prometido que algún día sus ojos verían nacido al Mesías, una vez más, la espera no es defraudada; el mundo finalmente se regocija, y hay LUZ en las tinieblas. ¡El enemigo tiembla y se retuerce!, este es el día en que ha nacido aquél que recuperara a la humanidad, aquél que ha descendido de su trono para librar la más grande batalla.
Jesús es su nombre, y es
El único con poder para
Salvar al mundo; ¡Jehová!
Ha dado a su hijo; ¡Jesús, el!
Unigénito, para rescatar
A su pueblo de las tinieblas.
¡OHH Emanuel! la creación anhelaba tu llegada, la humanidad ha estado perdida y atada a la perversidad. Bendito este día en el que Jehová ha tenido misericordia, el Dios vivo ha entregado al mundo a su más preciado tesoro, el más grande dolor que pueda experimentar un padre; Él ha estado dispuesto a soportarlo. Su amor es inefable, pues estuvo dispuesto a ver escarnecido al único en el que su alma encuentra contentamiento, por salvarnos.
Dios ha sido fiel a su promesa, ha enviado a su Hijo a la tierra para recuperar a la humanidad que se había perdido. Recordemos esto hermanos, la Navidad celebra que un día la humanidad recibió la más grande misericordia; acoger al mismísimo Dios encarnado en la tierra, para salvar nuestras perdidas almas.
Recordemos que la Navidad es el nacimiento de amor y esperanza en un mundo de tinieblas, no es la época en que hacemos notoria nuestra prosperidad o carencia económica, sino es el tiempo en donde recordamos qué por el más grande héroe hemos sido rescatados; y juntos celebramos su llegada a la humanidad que tanto le anhelaba a Él.
Emmanuel, Jeshua, Jesús, Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno y Príncipe de Paz es su nombre; y la Navidad celebra que hemos recibido libertad por la llegada de este nombre, qué es sobre todo nombre.
Este es el verdadero significado de la Navidad, y no precisamente celebrar a un Señor barbón vestido de rojo, sino al héroe que se tiñó de rojo al derramar toda Su sangre por rescatar su más preciado tesoro; a ti.
Autor: Richy Esparza
Escrito para www.devocionalesderichy.com y www.devocionaldiario.com
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